Informe de batalla: Enanos vs Orcos y Goblins

Nueva batalla en nuestra campaña "Cenizas de Guerra" y aquí os traigo su correspondiente relato sobre lo acontecido sobre la mesa. Espero que os guste:

"La constante cacofonía que suponían los rugidos de los pielesverdes resonaba en los oídos de Thoradrik mientras su mente viajaba atrás, años atrás, a las puertas de una fortaleza lejana. Se sacudió la cabeza para espantar esos fantasmas del pasado, miró a los enanos que tenía a su alrededor y observó sus armaduras metálicas, limpias, pulidas, brillantes bajo el sol de la mañana. Sonrió, se puso su casco y escupió frente a él. Llevaba años esperando este día, sus armas estaban sedientas de sangre pielverde.

Para aquellos observadores de batallas que disfrutan, desde la lejanía, del chocar de aceros y rellenan con tinta enormes libros sobre combates a los que jamás se han acercado no habría escapado el detalle de que los enanos fueron los primeros en avanzar. El ejército estaba dividido debido a la presencia de un lago, dejando en la colina a la artillería, protegida por una unidad de lanceros y en la otra orilla Thoradrik y su escolta junto a una unidad de buscamuertes, con sus crestas de pelo naranja.

Los primeros disparos resonaron en cuanto los enanos afianzaron su posición y el enorme gigante, claramente visible entre las filas de guerreros verdes, recibió numerosos impactos del cañón órgano. La enorme bestia se tambaleó, juraría que incluso llegó a apoyar una rodilla en el suelo, pero mientras los artilleros enanos vitoreaban su disparo la enorme mole volvió a erguirse. Los arcabuceros y los montaraces dispararon también derramando la primera sangre goblin sobre la hierba mientras los vigías de las profundidades y los buscamuertes se lanzaban a la carrera, carrera de enano, hacia las filas enemigas.



Los goblins tensaron sus arcos y dispararon. Por un momento el cielo se oscureció, pero las gruesas armaduras enanas repelieron el daño, aunque un arcabucero y un montaraz cayeron atravesados por las toscas saetas. Por otro lado el enorme gigante, pese a estar herido, se adelantó al resto del ejército agitando una enorme bola con una cadena. Los arcabuceros y los montaraces devolvieron el fuego acabando con otros tres goblins. Thoradrik miró al gigante que se acercaba pero antes de tomar una decisión una sombra anaranjada adelantó a su unidad. Los buscamuertes se lanzaban al combate aullando de satisfacción. El arma del gigante trazó un arco y dos enanos cayeron aplastados por ella, mientras el resto repartían hachazos buscando un punto débil en la enorme criatura. Un enano salió volando y el rey enano, pese a estar algo alejado de la acción, juraría que iba sonriendo mientras su cuerpo se acercaba letalmente al suelo. El gigante gruñó cuando un hachazo le seccionó los tendones a la altura del tobillo y cayó al suelo al tiempo que otro buscamuerte saltaba sobre su pecho y lanzaba un poderoso golpe contra el indefenso cuello de la bestia que expulsó un chorro de sangre. El enano, completamente teñido de rojo, aulló al cielo y bajó del cadáver para seguir combatiendo.

Los artilleros se protegieron de una nueva lluvia de flechas que rebotaron contra el cañón sin más daños, tras lo cual volvieron a hacer rugir los tubos de metal que impactaron contra una unidad de goblins cuyas dos primeras filas se convirtieron en papilla verde. Los matadores, sobreexcitados tras su victoria continuaron la carrera hacia el rey goblin que lideraba aquella chusma. Por su lado Thoradrik aprovechó las dudas de los goblins para lanzarse a por lo que quedaba de la unidad. El rey goblin iba montado en un extraño ser redondo, con unos colmillos como espadas, pero los matadores no tuvieron problemas y acabaron con su vida y la de su jinete. Por su lado el rey enano y sus vigías hicieron huir a los goblins, pero no pudieron ir tras ellos ya que una unidad de orcos se abalanzó sobre sus filas. Las armaduras enanas aguantaron los golpes de las oxidadas armas orcas y Thoradrik mandó a dos de aquellos seres a la hierba con su poderosa hacha. La artillería enana siguió enviando muerte hacia las filas enemigas en su particular duelo con los arqueros goblins.

Los buscamuertes, con sus armas sedientas pese a haber tumbado al gigante y al general enemigos, cargaron nuevamente contra una inmensa marea de grotlings. Thoradrik apreciaba realmente a aquellos guerreros, pese a que muchos enanos los miraban con desprecio él admiraba su entrega a una muerte que vengara su honor perdido. Dejó sus crestas anaranjadas a sus espaldas mientras esquivaba un tajo de espada orco, trazó un arco con su hacha y la cabeza pielverde se desprendió del resto del cuerpo. Sus guardias bloqueaban metódicamente con sus escudos los toscos golpes enemigos y respondían con sus hachas a una mano. Los cadáveres de los orcos iban agolpándose en el suelo y los supervivientes no tardaron en huir mientras el que parecía su líder les gritaba tratando de evitar la huida.



El campo de batalla era una desbandada general de guerreros de piel verde, aunque en algunos puntos del mismo sus líderes estaban logrando frenar las huidas. Los buscamuertes enanos no paraban de moverse entre una marea de pequeños seres que trepaban por sus barbas y les pinchaban por todas partes. Cada buscamuertes estaba lleno de un gran numero de cortes que cubrían sus tensos músculos y sus crestas y barbas de sangre, pero siguieron golpeando, cortando y espachurrando a cada uno de esos insignificantes grotlings que se habían puesto en su camino. La artillería enana continuaba su concierto sobre las filas goblins convirtiendo a aquellos seres en masas humeantes que caían al barro entre agudos chillidos.

Un enorme orco, que parecía liderar la unidad, decidió dejar de gritar a sus compañeros y decapitó a uno de ellos, recogió su cabeza del suelo y la lanzó contra la unidad de enanos que venía tras ellos. Los torpes cerebros de aquellas criaturas parecieron entender el mensaje de su líder, pues frenaron su huida y volvieron a lanzarse a por sus perseguidores con furia renovada. Sin embargo, las gruesas armaduras enanas volvieron a absorber el daño y los orcos fueron cayendo uno a uno. Los buscamuertes encontraron al fin el destino que tanto ansiaban. Se lanzaron a por una unidad de bestias cavernícolas, más pequeñas que la que montaba el fallecido rey goblin, pero cuyo número, sumado al agotamiento de los enanos, hizo que poco a poco sus crestas fueran cayendo al suelo. Fue un duelo digno de las mejores canciones. Cada buscamuerte caía lleno de heridas, sangrando por centenares de cortes, pero se llevaba consigo al menos a un enemigo. Aquella noche se brindaría por ellos, Thoradrik se juró no olvidar el honor de aquellos enanos."


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