Campaña Habemus Ludum - Segunda jornada

Gritos, llantos, lamentos y hogueras humeantes es lo que queda cuando una incursión vuelve a sus barcos. Estos lastimeros sonidos contrastan con los cánticos, el jolgorio y la alegría de quienes vuelven a sus casas más ricos de como salieron. Atrás quedan los compañeros caídos, serán recordados, pero ahora es tiempo de que el miedo de la batalla se esfume ante el brillo del oro logrado. Es la época de las incursiones, es Saga, es la campaña de Habemus Ludum. Turno dos.

Ragnar miró las líneas de enemigos dispuestos frente a él. Un extraño pueblo, casi completamente tapados y vestidos de negro en una tierra no menos extraña en la que parece que nunca deja de hacer sol. Giró su cabeza dejando que el viento agitara la larga trenza que coronaba su cabeza y observó las apretadas filas de guerreros que lo acompañaban, escudo con escudo, golpeando éstos con los mangos de sus hachas y los filos de las espadas.

Nuevo escenario para este segundo turno en el que Roberto (aka Veterano) volvía a poner a prueba nuestras dotes de estrategas:

"Nos encontramos ante otro escenario clásico de Saga. Donde las dos bandas se despliegan de manera alterna, era una formación bastante abierta. Dónde la victoria se determina por puntos de masacre conseguidos. Para darle más color a la partida, si introduzco una especie de objetivo secundario, qué consiste en elegir una de las unidades del oponente de manera oculta. Sí esa unidad es eliminada al final de la partida, otorga puntos de renombre adicionales a su señor.

Este escenario es el segundo escenario introductorio de la campaña y a partir de ahora los escenarios irán complicando un poco más. Siendo un poco más tácticos y requiriendo de decisiones estratégicas que vayan más allá del avance hacia el frente."

Interesante escenario en el que el joven Ragnar quizás se vino arriba muy rápido y en el que aprendí que a veces hay que tomarse un tiempo para pensar bien las cosas o quizás acabes lanzando 8 dados de ataque en vez de 16... ay... la imprudencia de la juventud.



Por suerte logré confundir a mi rival sobre que unidad había sido la elegida para morir bajo el filo de mis guerreros y en el último turno llegué hasta ella y la destruí, gracias a lo cual estuve a punto de empatar la partida y además me llevé unos cuantos puntos de renombre.



Mientras el último de aquellos guerreros caía al suelo, alejado de sus compañeros, Ragnar escupió al suelo al oír el relincho de un caballo a sus espaldas. Allí estaba su rival. Un gran momento para labrarse una leyenda, para que se compusieran canciones sobre él, para avanzar sin miedo hacia el Valhalla. Asió fuertemente el mando de su hacha y corrió hacia el jinete, se agachó en el ultimo momento para evitar un tajo horizontal y sintió como el filo de la espada movía el aire sobre su cabeza. Giró sobre sus talones y descargó su arma, pero el caballo se movió ágilmente esquivando su golpe. El combate se prolongó, ambos contendientes trataban de acertar al otro sin lograr daños mayores. El joven vikingo trató de segar una de las patas delanteras del caballo, éste se encabritó y golpeó, pero Ragnar tuvo el tiempo justo para alzar su escudo y la coz impactó contra el mismo. El joven warlord cayó al suelo, la oscuridad llegó a su mente, y allí quedó tendido.



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